Los Cerros del Teatro me llevan a Úbeda.

Los Cerros del Teatro te llevan a Úbeda.
Los Cerros del Teatro nos llevan a Úbeda.

EUSEBIO CALONGE


lunes, 1 de octubre de 2012

TERESA DE JESÚS SEGÚN JUAN MAYORGA





Juan Mayorga (que está llamado a ser un autor de referencia en el teatro español del siglo XXI, al estilo de lo que pudieron ser Lorca o Buero Vallejo durante el siglo XX) nació en Madrid en 1965, aunque tiene raíces abulenses.

En 1988 se licenció en Filosofía y en Matemáticas, ampliando sus estudios en Münster, Berlín y París. En 1997 se doctoró en Filosofía. Ha enseñado Matemáticas en Madrid y Alcalá de Henares y es profesor de Dramaturgia y Filosofía en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Es director del seminario “Memoria y pensamiento en el teatro contemporáneo” en el Instituto de Filosofía del CSIC.

En su vertiente de filósofo, su trabajo más importante es Revolución conservadora y conservación revolucionaria. Política y memoria en Walter Benjamin. En cuanto dramaturgo, es autor de los siguientes textos teatrales: Siete hombres buenos, Más ceniza, El traductor de Blumemberg, El sueño de Ginebra, El jardín quemado, Ángelus Novus, Cartas de amor a Stalin, El Gordo y el Flaco, Sonámbulo, Himmelweg, Animales nocturnos, Palabra de perro, Últimas palabras de Copito de Nieve, Job, Hamelin, Primera noticia de la catástrofe, El chico de la última fila, Fedra, La tortuga de Darwin, La paz perpetua, El elefante ha ocupado la catedral, La lengua en pedazos, Si supiera cantar, me salvaría, y El Cartógrafo. En el libro Teatro para minutos ha reunido sus textos teatrales breves Concierto fatal de la viuda Kolakowski, El hombre de oro, La mala imagen y otros veinticinco textos más. Y tiene en su haber como autor, igualmente, versiones de obras de Calderón de la Barca, Lopea d eVega, Friedrich Dürrenmatt, Lessing, Dostoievski, Valle Inclán, Ibsen, Shakespeare, Kafka o Chejov. Juntamente con Juan Cavestany escribió Penumbra y Alejandro y Ana, lo que España no pudo ver de la boda de la hija del presiente, un texto profundamente crítico con los abusos del poder.

De la dimensión monumental que está adquiriendo su obra da cuenta el hecho de que haya sido traducida al catalán, coreano, checo, danés, francés, inglés, italiano, portugués y varios idiomas más. Y también, el que se haya representado en más de treinta países de Europa, América y Asia.



 
Con LA LENGUA EN PEDAZOS, un texto inspirado en lo mejor del clasicismo teatral español, Juan Mayorga alcanza una de sus cumbres. Veamos lo que el propio Juan Mayorga nos dice de su obra:

«La singularidad es subversiva», decía Edmond Jabés. Recuerdo esas palabras cada vez que pienso en Teresa de Jesús. Nos han acostumbrado a verla como centinela de un cierto orden, pero basta abrir sus escritos y recordar el modo en que levantó sus fundaciones para reconocer en ella a una insurrecta.

Teresa, un cuerpo frágil y una voluntad férrea, es un personaje tan fascinante y complejo como el mundo en que vivió. La España del siglo XVI fue rica en hombres y mujeres capaces de empresas que hoy nos producen vértigo. Mas en esa misma España se llamaba «perro» al converso, como lo era el abuelo de Teresa, y resultaba sospechosa una mujer que escribía —y más si escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa—.

Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en crisis instituciones y divide sociedades.

Teresa se nos aparece como personaje a contracorriente, intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro. Por eso mismo Teresa es necesaria. Su interés —¿hace falta decirlo?— no depende de la creencia. Como Francisco Brines sobre Juan de la Cruz, pienso sobre Teresa que un ateo, aunque no crea en su mística, puede sentirse fascinado por el ser humano que se apoya en ella. Y puede y debe sentirse interpelado por ese ser humano, porque al fin y al cabo siempre será menos importante lo que nosotros podamos decir sobre Teresa que lo que Teresa puede decir sobre nosotros.

En todo caso, para dejarse arrastrar hacia Teresa es suficiente leerla y advertir lo mucho que le debe nuestra lengua y, por tanto, lo mucho que le adeuda nuestra experiencia del mundo. Sólo nuestros mayores poetas han sometido a tan extrema tensión la lengua castellana, sólo ellos han abierto para nosotros territorios como los que conquistó aquella mujer dueña de una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes.

Ganar para el teatro esa palabra y el personaje que la acuñó fue mi primer objetivo en LA LENGUA EN PEDAZOS. Me propuse arraigar palabra y personaje en una situación ficticia pero verosímil en cuyo centro estuviese la grave decisión tomada por la todavía monja del convento de la Encarnación de abrir, con gran riesgo para sí y para las que la seguían, el monasterio de San José, la primera de sus fundaciones.

Entonces, apareció en mi fantasía el Inquisidor. Que fue creciendo hasta convertirse en el otro de Teresa, su doble: aquél con quien ella estaba destinada a encontrarse y a medirse. El Inquisidor acorrala a la monja con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella querría olvidar y prende en su corazón la duda, que, como todo en Teresa, es un incendio. Y poco a poco, en el diálogo entre ambos personajes va apareciendo un tercero: la lengua misma, que transforma vidas y hace y deshace mundos.

LA LENGUA EN PEDAZOS es, además de mi último texto para el teatro, el primero que llevo a escena como director. No me hubiera atrevido a ello de no haber contado con la complicidad de dos actores magníficos: Clara Sanchís y Pedro Miguel Martínez. En diálogo con ambos, a pie de ensayo, he escrito y reescrito esta pieza. En diálogo también con la excepcional mirada de Alejandro Andujar, y siempre con la impagable ayuda de Ana Belén Santiago. Los cuatro hemos hecho compañía. La llamamos “La loca de la casa”, que es como Teresa de Jesús llamaba a la imaginación.

Entre todos hemos levantado LA LENGUA EN PEDAZOS, un combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios.

(LA LENGUA EN PEDAZOS se representará esta noche, a partir de las 21:30 horas, en el Teatro Ideal Cinema.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario