Los Cerros del Teatro me llevan a Úbeda.

Los Cerros del Teatro te llevan a Úbeda.
Los Cerros del Teatro nos llevan a Úbeda.

EUSEBIO CALONGE


sábado, 13 de octubre de 2012

EL TEATRO UN AÑO MÁS





Un año más la obra está lista, el estreno es inminente. Murmullos emocionados flotan en el aire. La farsa se adorna con palabras hermosas, saineteras, dramáticas y cómicas. Los actores, nerviosos, saben que encima del escenario todo es verdad y que la última mentira, tal vez, se encuentra escondida en el patio de butacas.

Un año más gallitos carteles anuncian la temporada de teatro desde el frontispicio del Ideal Cinema. Tienen la reverberación ilusionada de la noticia, no por repetida menos mágica, de que ha llegado a Ubeda lo más real de su feria. Digo esto porque hace unos días me desconcertó leer en el periódico que a las nuevas generaciones de españoles, entre los que se incluyen algunos intelectuales, no les gusta el teatro porque no se lo creen. Parece ser que una obra de teatro les parece más increíble que una multimillonaria producción de cine llena de efectos especiales. Bien sabe el sabio que todo es posible y sólo los necios piensan que no.

Haciendo un ejercicio de comprensión, a mí me parece que lo que no se creen estos primos es el hecho teatral en sí mismo. Es decir, les parece una cosa poco racional que unas personas, a las que probablemente conocen, se suban a un escenario y les cuenten una historia, así por las buenas, delante de sus narices. Parece ser que esta cercanía provoca que la historia se vuelva inverosímil, Deberían darse cuenta de que lo más verdadero que tenemos, la vida misma, la llevamos pegada a la piel.

Me temo que en el mundo del espectáculo se ha descartado ya cualquier interés imaginativo en favor de la evidencia más insolente. El cine es esencial en mi vida, pero reconozco que el teatro me permite gozar más serena y seguramente más lúcidamente de las historias. Alguno de los mejores ratos que he pasado han sido en el Ideal Cinema viendo las obras de las compañías locales, porque me da lo mismo que los actores sean vecinos míos y que lo haya visto una hora antes del estreno atendiendo a su negocio o paseando por la calle, lo que verdaderamente me importa es el grado de pasión y de entrega que emplean en darle vida a sus personajes. Si además tenemos en cuenta que la única recompensa que tienen es que vayamos a verlos, esa verdad de la que hablo se hace a todas luces incuestionable.

¿No están ustedes hartos de tanta mentira? Llevamos meses, años enteros, metidos hasta el cuello en el fango de las falsedades. Por eso, déjenme al menos creer en algo fiable o mejor aún, comprémonos todos la entrada, sentémonos en nuestra butaca y creamos juntos en la mentira verdadera de una obra de teatro.

(LUIS FORONDA, Diario JAÉN, 4 de octubre de 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario