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EUSEBIO CALONGE


miércoles, 10 de octubre de 2012

EDWARD ALBEE





Edward Franklin Albee es uno de los gigantes del teatro contemporáneo. Nacido en Washington D.C. el 12 de marzo de 1928, con tan solo dos meses de edad fue adoptado por uno de los grandes ejecutivos del teatro norteamericano, Reed A. Albee, propietario de la cadena de teatros de variedades y salas de cine Keith-Albee, y por su esposa Francis. Sus padres le dieron una gran formación intelectual.

Comenzó su carrera literaria escribiendo novelas y poesía, pero pronto se decantó decididamente por el teatro. En 1958 estrenó en la República Federal de Alemania Historia del Zoo. Se trata de una obra simple y muy enigmática que trata sobre la enorme dificultad de comunicación entre los seres humanos. Se ha señalado con justicia que esta obra de Albee recuerda “la desoladora dramaturgia de Ionesco y Beckett”. Ese tono sombrío y esa influencia del teatro europeo estaría presente en sus obras cortas La muerte de Bessie Smith y La caja de arena, escritas entre 1958 y 1959.

Sin embargo, el primer salto a la fama le llegaría con El sueño americano, escrita en 1959, una obra negativa e incluso nihilista –James Baldwin la calificó como “una pesadilla”–, que critica sin piedad la capacidad de alineación de la sociedad estadounidense. En El sueño americano Albee saca a escena el genio agrio y polémico que le acompañará ya durante el resto de su carrera y denuncia como el sueño americano y el ansia de libertad individual son corrompidos por el culto a los ídolos creados por el capitalismo y por la mercantilización de la existencia. Con estas primeras obras, Albee introduce en los Estados Unidos el teatro europeo del absurdo, adaptándolo a la realidad y mentalidad de su país, y reiventa en la década de 1960 –así lo reconocen todos los críticos teatrales– el teatro estadounidense de la postguerra.

Pero la consagración definitiva le llegaría en 1963 con el estreno en Nueva York de ¿Quién tema a Virgina Wolf?, considerada con toda justicia como una de las obras cumbres del teatro de todos los tiempos. En esta obra crudísima Albee ridiculiza el matrimonio burgués con un lenguaje “feroz y punzante”, consiguiendo que su obra se convierta en una de las menos complacientes para con el público de toda la historia del teatro. Pero, con esa paradoja que está presente en todas las obras de Albee, su obra también mueve a la compasión para con los personajes, que es por extensión una compasión para con todo el sufrimiento humano: “El drama humano y psicológico en que se ven envueltas las dos parejas protagonistas mueven a cualquier espectador sensible, a pesar de la dureza de los diálogos, a contemplar la obra con un dejo de piedad.” La obra alcanzó tal popularidad internacional, que en 1966 se hizo una versión cinematográfica de la misma, protagonizada por Richard Burton y Elizabeth Taylor.

En 1967 consiguió su primer Premio Pulitzer con Un equilibrio delicado. El segundo le llegaría en 1975 con Seascape y el tercero en 1994 con Tres mujeres altas, una obra que había escrito en 1991. Para entonces Edward Albee era ya un autor de culto entre los amantes del teatro de todo el mundo, estaba considerado el mejor dramaturgo de su generación junto con Williams y O’Neill y uno de los mejores autores de los últimos cien años, todo ello sin renunciar nunca a la provocación que levanta ampollas en las mentalidades pequeño burguesas y a su carácter rebelde y agrio. Ingredientes todo estos que condensó de manera auténticamente sublime en LA CABRA (o ¿QUIÉN ES SYLVIA?) , posiblemente su obra más perfecta, más dramática, más intensa, más provocativa. Más humana.

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