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EUSEBIO CALONGE


miércoles, 17 de octubre de 2012

EL TEATRO SEGÚN LA ZARANDA





Las críticas cosechadas por La Zaranda suman un número incontable de páginas. Sólo con los extractos de esas críticas nos hemos topado con más de cuarenta folios de apretada letra en los que se exalta con justificada pasión el trabajo de La Zaranda. En este primer bloque de críticas queremos acercar aquellas que hacen posible una aproximación a la definición del acto teatral, del acto artístico de La Zaranda. Disfruten leyendo este preludio de lo que el sábado podrán presenciar en carne y hueso en el Teatro Ideal Cinema.

"Consiguen una poética escénica verdaderamente singular." Enrique Centeno, Diario 16, 16 de enero de 1993.

Una mirada crítica, un mundo cercano, tangible, terrible, existencial. Una maravilla." Rubén Castillo, Diario de Cádiz, 12 de octubre de 1987.

"Es poesía hecha texto. Es talento resuelto escénicamente con un manejo envidiable. Es dominio corporal sorprendente para manejar notablemente la utilería." Óscar Torrents, Última Hora (Asunción, Paraguay), 24 de mayo de 1993.

El teatro como acto de amor. Cada uno de los espectadores tendrá que prestarle su propia historia a aquellos seres que sin pedir nada están allí necesitándolo todo... Se ha dicho de La Zaranda que es un verdadero escalofrío teatral. Y es verdad, pero creo que también es pulso frío, que no se deja acunar por sus propios temblores y que podría compartir con Kafka la idea de que «el arte y la oración sólo son manos tendidas en la oscuridad».” José Luis Miranda, La Razón, 1999.

Enfrentarse a La Zaranda es entrar en un ceremonial. Si se deja imbuir por los climas, los personajes semíticos o la mezcla de decadencia, religiosidad o muerte, el camino de la conmoción está prácticamente asegurado.” Alfredo Goldstein, Brecha (Montevideo), 1999.

"¿De que nos habla La Zaranda... de un teatro esencial, de un retorno al ritual sagrado? ¿De un teatro total que ataca los sentidos? ¿Nos habla de memorias perpetuas, de instantes eternos, de eternos retornos? ¿De que nos habla la Zaranda...? Acaso simplemente de la vida hecha muerte , de la muerte en vida, o de la vida que nos falta por vivir, o de la muerte que nos falta por morir.” Wilson Escobar, El Tiempo (Bogotá), 2000.

Machihembrado de vanguardia y tradición, la recurrencia a la estética del esperpento aplicada a una sombría estructura de inquietudes metafísicas, el desgarro andaluz de los grotescos personajes... la atractiva estética austera y despojada del espacio escénico, que conforman lo que podríamos llamar un teatro del desamparo o la desolación.” I. García Garzón, ABC, 2001.

Teatro de los sueños rotos en la difusa frontera entre la realidad y los sueños; teatro de la miseria, de la pobreza y el espanto; teatro del gesto orgánico, de la plasticidad sacra con olor a cera. La Zaranda de siempre.” Javier Villán, El Mundo, 2001.

A vueltas con la Zaranda. Un teatro de inspiración mística, que roza lo sagrado y que aspira a ser alimento del ser humano y no una mera representación o ilustración de la vida... Una metáfora de la vida de la que surgen: el olvido y la memoria, la fortuna, la eternidad y la muerte...” Liz Perales, El Mundo, 2002.

El alma que duele. Mágico y perturbador el montaje de La Zaranda... La tragedia de lo español, sobre los hombros de Valle-Inclán y de Cervantes, pero pasados por el teatro moderno de la muerte y el dolor. Ojalá duren mucho así, puros en el dolor, escenificando el alma que duele, la fugacidad y la muerte que hacen de este montaje un monumento barroco. Benditos sean por llevar por el mundo la crudeza y la belleza de nuestro destino.” J.A.G. Municio, El Norte de Castilla, 2003.

La Zaranda no contesta ninguna pregunta, explora los caminos valleinclanescos y se acerca ala liturgia del auto sacramental.” Isabel Navarro, La Razón, 2003.

Nadie como ellos para lograr un ritmo oscuro y percutido con las palabras. Nadie como ellos para crear un mundo subterráneo, reflejo deformado del real, en el solo habitan los excluidos, los derrotados, los fantasmas.” Rosalía Gómez, Diario de Sevilla, 2004.

La gente de La Zaranda hace del teatro una experiencia casi religiosa.” Juan Ignacio García Garzón, ABC, 2005.

Poética de la emoción, un oasis de trasgresión poética, un teatro de la memoria, teatro ritual y al mismo tiempo de vanguardia; teatro sagrado que exalta a una estirpe de artistas expresionistas a quienes se les debe cuando menos el impulso milagroso de sus montajes.” Vera Milarka, Reforma (México DF), 2005.

Quien ha visto alguna vez en un escenario a la Zaranda sabe que lo que este grupo ofrece es algo más que teatro. Su poética, sus mundos apocalípticos, su estética, su ética de perdedores y, sobre todo, su ritual de mirada lúcida, cruenta, tierna y existencialista. Lo mágico de La Zaranda es que de un gran vertedero extrae poesía y ternura, sacudiendo las conciencias de medio mundo.” Rosana Torres, El País, 2007.

Imágenes bellas como la de los lienzos maestros, una música triunfante que produce el escalofrío, y una realidad que da al sueño toda su fuerza de evasión, propulsan al Teatro la Zaranda en un remolino de sensaciones a flor de piel.” Jean–Luc Martinez, La Dépêche (Toulouse), 2007.

Teatro sagrado, teatro de la imaginación, teatro de la esencia, de la belleza en su forma más pura y trascendente. La Zaranda permanece a través de los años defendiendo a costa de sudores y fatigas su teatro, luchando contra gigantes y molinos de viento, reivindicando tozudamente unos valores que hace mucho tiempo que quedaron enterrados entre tanta, tanta basura; basura que llena las bocas, basura que no deja ver al otro. ¿De dónde sacar la fuerza, cuando uno sabe que está abocado al olvido, cuando teme que el trabajo de tantos años haya sido estéril, cuando ignora de dónde viene y a dónde va, cuando, en fin, no sabe para qué es todo esto? La respuesta a estas preguntas hay que buscarla en la lectura última y definitiva del teatro sagrado de la Zaranda. Es una respuesta que se eleva por encima del mundo y busca las alturas, con la valentía y la vehemencia de los niños.” Ana López- Segovia, La Voz de Cádiz, 2007.

En un mundo en el que los más poderosos monopolizan la palabra, La Zaranda presta su voz a los más vulnerables. Sinceros, sensibles, generosos... Llenos de memoria y de un sentido innato de la escena. Su teatro es intenso y lleno de imágenes, siempre conmovedor.” Jean-Luc Martinez, La Dépêche (Toulouse), 2008.

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