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EUSEBIO CALONGE


jueves, 21 de noviembre de 2013

"EL TESTIGO", DE QUIÑONES. CON "EL BRUJO"





SOBRE LA OBRA: HABLA «EL BRUJO».

Conocí a Fernando Quiñones en los años setenta. Daba unos recitales de cante y poesía acompañado a la guitarra por otro gran poeta de su generación: Félix Grande. Me invitaron a recitar con ellos unos poemas (Eran poetas andaluces contemporáneos suyos, entre los que recuerdo especialmente a Pedro García Baena). El acto fue en el colegio mayor de San Juan Evangelista de Madrid. Quiñones me bautizó después y me presentó al público diciendo: es una rapsoda. Los cantaores flamencos son rapsodas y Fernando Quiñones era poeta y rapsoda.

Era un hombre especial. Su físico era chocante: Ni guapo ni feo. Raro. Su voz todavía la recuerdo. Cierro los ojos leyendo el texto de "El testigo" y puedo oírla. Cuando leí por primera vez El testigo oí LA VOZ. Me ocurrió hace años cuando hice La taberna fantástica. Y nunca más. Ese es el motivo real por el cual yo estoy involucrado en este trabajo. Además, es una deuda antigua. El flamenco fue para mí un ritual de iniciación al arte y fue un método secreto para ganar seguridad cuando comencé a trabajar en el teatro. A los tonos y a los gritos del cante yo les debo mucho como actor. Mi voz se permeó de todo ello, como de todo lo que oí en mi infancia en Andalucía.

Todavía suena todo eso en mi memoria como las campanas de la iglesia de mi pueblo. Al misterio que encierra el canta jondo le debo más, pero eso no puedo explicarlo aquí. Tengo que hacerlo en el escenario, con el texto de Fernando Quiñones. A lo largo de dos meses de ensayo he ido descubriendo cada vez más matices y sabiduría poética, y sentido del ritmo, y de la medida, y delicadeza, en este aparente costumbrismo que encubre en el texto de Quiñones, algo más que está debajo de la fachada: el conocimiento profundo y el estilo de un grandísimo escritor. No me extraña en absoluto que Borges le apreciara sobremanera.

Espero estar a la altura de las circunstancias y vengo aquí con el respeto y la reverencia que me inspiran tanto el cante como la mestróa literaria de un hombre que supo transmutar su devoción por el cante en filosofía, poesía y gracia. Cuando Francisco Ortuño (Al que agradezco que pusiera en mis manos esta joya), me dijo que este texto era la elevación del flamenco a la categoría de pensamiento yo no sabia lo que estaba diciendo. Aunque la frase me gustó. Por quedar bien le dije: Por supuesto. Y me quedé pensando... pero de verdad que no lo sabía. Hoy, después de haber estudiado El testigo, yo puedo asegurar que el cante ya es en si mismo pensamiento.

El cante está elevado cuando se hace presente a través de alguien como Miguel Pantalón; «El cante es el diamante de la India», como ha dicho Fernando Quiñones.

Ya ha habido algunos cantaores que han ido desde Andalucía hasta la India buscándolo. Pero ¿Qué es ese diamante? ¿Que secretos encierra? Y un Miguel Pantalón ¿Dónde calza hoy día, un Miguel Pantalón? Espero que después pueda usted mismo responder estas preguntas. Yo ya me tengo que ir yendo porque empieza la función. Con su permiso antes voy a tomarme una copita. El golpe de viento es malo para la voz. Pero... ya está.... ¡Voy! Empieza la función.


SOBRE “EL BRUJO”: HABLA LA CRÍTICA.

María José S. Mayo (El Confidencial): «El actor despliega su dominio del gesto, tanto, que es capaz de hacer un juego de intensidades con él, combinándolo con una voz de cazallero cuyo volumen sabe subir o dejar en el susurro en el momento exacto. Además, como en otros espectáculos, demuestra que sabe meterse al público en el bolsillo con detalles como mirar la hora y decir que ya "no hay más que contar", porque "sería repetirse". Y sin embargo sigue. Y funciona.»

Javier Vallejo (El País): «En El testigo, El Brujo tiene sandunga. No canta, pero clava el texto como Enrique El Mellizo la malagueña, lo llena de intenciones, apura su humor lacerante y el público de a diario se lo aplaude largo

Javier Redondo Jordán (avuelapluma.com): «Y es que ver a El Brujo es mirar a los ojos a la Historia del teatro de nuestro país. Su forma de hacer las cosas ―herencia del Nobel Darío Fo― es un subgénero en sí mismo en las tablas españolas. Muchos le deben gran parte de su educación sentimental escénica.»

Javier Miranda (El Diario de Cádiz): «Álvarez ofrece su inimitable ritmo, su cadencia, sus cambios de tono, dando a pesar de las risas toda la tristeza del anónimo testigo y de lo que narra. Como los flamencos, dio un fin de fiesta. Improvisado o preparado, una vez más no importa. Fue un momento irrepetible, mágico, que rindió a un público que desafiando una noche de perros llenó el Falla.»

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22 DE NOVIEMBRE DE 2013 – TEATRO IDEAL CINEMA – 21:30 HORAS
COMPAÑÍA DE RAFAEL ÁLVAREZ «EL BRUJO»
REPARTO Y DIRECCIÓN: Rafael Álvarez «El Brujo».

Entradas: 18 euros (Zona A), 16 euros (Zona B, con descuentos de 3 euros según folleto informativo) y 13 euros (Zona C).

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